¡Te salvé, corazón
de que habitaran nenúfares en ti!
Fue mi ángel azul
quien te sanó
con un beso amapolado.
Te vistió con encaje
al compás del ocaso;
su amor anidó tus arterias.
Habitó la ausencia
para que volvieras a escribir versos
llenos de todo y de nada
como la vida.
Comentarios recientes